El árbol de la ciencia. Cuarta parte

Esta parte del libro es la que más me ha costado de leer, ya que es realmente densa. Aunque me pareció muy lenta, no me pareció aburrida, aunque tampoco divertida.
Me asusta un poco el test que Mari Carmen nos pueda poner sobre esta parte ya que es una parte difícil, y dado que los tests son bastante específicos, es difícil obtener una buena nota, y ya se sabe, para la nota final todo cuenta.
En clase comentamos la cuarta parte. Ya lo dije en entradas anteriores, que un día ya comentamos esta parte en clase porqué Mari Carmen creía que la habíamos leído, pero luego lo aparcamos y empezamos de nuevo el pasado jueves. Así que en esta entrada resumo la información que recogí de ese día que lo trabajamos un poco aunque no tocaba, y lo que se comentó en clase el pasado jueves.

La cuarta parte de El árbol de la ciencia se llama Inquisiciones y tiene cinco capítulos: Plan filosófico, Realidad de las cosas, El árbol de la ciencia y el árbol de la vida, Disociación y La compañía del hombre.
Toda la cuarta parte, nos narra una conversación entre Andrés Hurtado y su tío Iturrioz, que tiene lugar en casa de éste. De esta larga conversación podemos sacar diferentes conclusiones.
Durante toda esta parte, se reflejan claramente los caracteres de los dos personajes implicados, que aunque ya los conocíamos, en esta parte se ven con mucha más claridad.
A Iturrioz le vemos como un hombre muy práctico. Se muestra curioso ante el ansia de Andrés por el saber y se muestra partidario a poner-le limites. Iturrioz cree que la humildad es mala, te hace pequeño. Cree que para dar una disciplina al hombre se necesita una fe, aunque sea una mentira.
Andrés, al final de la conversación se encuentra en el mismo lugar que estaba al principio, en un callejón que casi no tiene salida. Su pensamiento filosófico está mucho más desarrollado ya que ha leído mucho a Kant y a Schopenhauer. Las ideas de estos dos filósofos se reflejan en lo que dice Andrés, sobre todo cuando hace referencia al concepto de la vida, que va directamente relacionado con el espacio y el tiempo. Dice, recordando la filosofía de Kant, que cuando morimos el espacio y el tiempo se paran y gozamos de tranquilidad, una idea que Schopenhauer también defendía.
La impresión que da Andrés es de qué duda de todo. Notamos que se le ha agudizado la confusión sobre la vida, la muerte, la justicia, la libertad, y sobre todo, el sentido pesimista. Vemos que cada vez tiene menos capacidad de esperanza, no ha avanzado nada, sigue estando igual de liado.
Por otro lado, también se le agudiza la falta de sentido práctico. Es un teórico que rechaza la acción concreta y la práctica. Por eso Iturrioz le recomienda leer a los filósofos ingleses que son más prácticos y Andrés le responde que después de leer a Kant, leer a filósofos ingleses le resultaría como arrastrar una maquinaria pesada.
Al final de la parte, Andrés se queda mirando el paisaje mientras lo describe, perdido en sus pensamientos, pero no en la realidad. Esta descripción acaba con puntos suspensivos, que no están allí porque sí, sino que significa que se quedaría hablando y dando matices del paisaje sin parar.

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